¿Alguna vez has sentido como si tus electrodomésticos estuvieran conspirando en tu contra? Cuando esa lavadora, que alguna vez fue flamante, comienza a hacer ruidos extraños o cuando tu móvil decide volverse lento, podrías estar siendo víctima de un plan secreto: la obsolescencia programada.
Para empezar a profundizar en este misterioso mundo, empecemos por la pregunta principal: La obsolescencia programada, ¿qué es?
Como te decíamos al principio, es como un juego secreto que actúa detrás de escena: una estrategia en la que los fabricantes diseñan sus productos para que tengan una vida útil limitada. Suena como una conspiración, ¿verdad? Juego, estrategia o conspiración, lo cierto es que es una forma de obligar a los consumidores a mantenerse en constante búsqueda de productos nuevos. Pero atención, la obsolescencia programada no se refiere solo a que un objeto tecnológico deje de funcionar, sino a que pase de moda o surjan nuevos modelos que llamen más la atención, lo que a su vez impulsa las ventas y aumenta los beneficios para quien los comercializa. Pero, ¿a qué coste? Quédate leyendo, que más adelante te lo contamos.
Ahora que tienes clara la definición de obsolescencia programada, queremos compartirte qué tipos de obsolescencia programada existen.
La obsolescencia programada es una estrategia en la que los fabricantes diseñan sus productos para que tengan una vida útil limitada
Tipos de obsolescencia programada
Existen varios tipos de obsolescencia programada y cada uno influye en la vida útil de un producto de manera diferente.
Obsolescencia por diseño: El fabricante diseña deliberadamente los productos a partir de componentes que tienen una vida útil limitada y que hacen que la reparación sea difícil o costosa, provocando que las personas sustituyan el producto en lugar de repararlo.
Obsolescencia por incompatibilidad: Algunos fabricantes introducen cambios tecnológicos para que los productos antiguos sean incompatibles con nuevas versiones. Esto puede forzar a los consumidores a cambiar sus dispositivos aunque funcionen perfectamente. Un ejemplo de esta obsolescencia programada sería un ordenador o un móvil que deja de ser compatible con la nueva versión del sistema operativo.
Obsolescencia fechada: Este es otro de los tipos de obsolescencia programada que consiste en el diseño de un producto para que deje de funcionar después de un período de tiempo o uso.
Obsolescencia percibida: Cuando los diseñadores cambian el estilo de los productos nuevos para que los antiguos parezcan menos atractivos o deseables.
Obsolescencia legal: Este tipo de obsolescencia programada se desencadena por regulaciones legales que prohíben la utilización de ciertos productos, como, por ejemplo, la restricción de vehículos diésel en el centro de una ciudad para reducir la contaminación.
Cada vez que tiras un dispositivo, estás dejando una huella ambiental que afecta al planeta
Basura tecnológica en aumento
Ahora que ya sabes qué es la obsolescencia programada, vamos con sus consecuencias. Los productos desechados antes de tiempo suponen un aumento de residuos electrónicos, más contaminación y agotamiento de recursos naturales. Cada vez que tiras un dispositivo, estás dejando una huella ambiental que afecta al planeta.
La Comisión Europea señala que la tecnología que se desecha en lugar de repararse ya produce en Europa 35 millones de toneladas de residuos y 261 millones de toneladas de emisiones de CO2 por año.
En síntesis, la obsolescencia programada afecta a los consumidores, al medio ambiente y a la economía. Sin embargo, nuestro papel como consumidores puede ayudar a reducir su impacto y a construir un futuro más sostenible.